Viajar a EE. UU. de Norteamérica es de por sí toda una odisea y sobre todo después de los atentados del 11-S en Nueva York y Washington. Primero tienes que tener un pasaporte biométrico, te hacen preguntas en el embarque que te dejan sorprendido y que son tan numerosas que una vez, incluso, perdí un vuelo por culpa del cuestionario interminable de los empleados de la compañía aérea que me llevaba a Los Ángeles, que era Continental Airlines. Afortunadamente les obligué a que me dieran otro vuelo de otra compañía porque no fue culpa mía el largo interrogatorio y volé con Lufthansa.
Al llegar a tu destino o primera escala, el interrogatorio es aún más intensos por los agentes aduaneros. Te hacen preguntas tan sorprendentes como «¿Tiene Vd. explosivos o una bomba en su equipaje? o ¿Tiene Vd. intenciones de asesinar al Presidente de los EE. UU. de Norteamérica?, cosas que en principio te parecen ridículas, pero con la que debes tener mucho ciudado en las respuestas. Yo siempre he dicho que la verdadera democracia se nota en las fronteras: cuando uno puede entrar y salir de un país con bastante celeridad. Eso en EE.UU. no pasa. Además me parece vergonzoso que a los estadounidenses no se les pida un visado para entrar en Europa y a nosotros los europeos sí.
Dichas todas estas consideraciones, he de decir que por ver ciudades como Nueva York, Los Ángeles, San Francisco, Miami, Chicago, Washington, Chicago, Denver o Las Vegas (por nombrar sólo algunas) vale la pena el largo viaje desde Europa.
EE. UU. es uno de los países más grandes del mundo y además el más poderoso. Esto hace que sean bastante narcisistas y egocéntricos los estadounidenses (palabra que es el gentilicio correcto para los nacionales de este país) y que los hace llamarse a sí mismo americanos, como si no hubiera más americanos al Norte (Canadá) o al Sur del continente (México y todos los nacionales del resto de países de este extenso continente). Cuando ellos hablan de América, hablan de su país como si hablaran de todo el continente y muchos no son conscientes de esto, ni cuando los estás corrigiendo. Ni son Norteamérica (que son México, EE. UU. y Canadá) ni son América (que la forman todos y cada uno de los países del continente). Son también bastante ignorantes, pues muchos creen firmemente que España está debajo de México en el mapa o que las Islas Canarias están el Pacífico. No te quieren cambiar euros, sino tienes una cuenta en el banco porque desconfían de todo lo que no sea el dólar.
También para venir a este país de vacaciones, tómense varias semanas por las distancias tan largas y sobre todo por la variedad de paisajes y las cosas que hay que ver desde Hollywood, la Ruta 66, los cayos de Florida, los glaciares de Alaska, los Grandes Lagos, Hawai o Nueva Orleáns pasando por el Gran Cañón del Colorado o Salt Lake City. Variedad no falta nunca esta tierra de promesas.