Renuncia a destiempo

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Uno de los escándalos, que más me han conmovido desde que empezaron a aflorar tantos en España, fue el caso Nóos y la implicación primero del marido de la Infanta Cristina, Iñaki Urdangarín y luego de la propia Infanta.

Me resulta inexplicable que una persona en teoría al servicio de España, se aferre a un matrimonio totalmente inconveniente para ella primero y luego a un título que no va a ostentar nunca.

El daño que ha hecho a la institución de la Corona en España y por ende a la Monarquía Constitucional es irreparable. Cristina de Borbón y Grecia nunca debió de casarse con un jugador de balonmano que no estaba preparado para vivir como un príncipe. No es ser clasista con esta opinión, es ser realista.

El mismo daño causó la Reina Isabel II de Inglaterra a la Monarquía cuando ignoró el clamor del pueblo por Lady Diana en el momento de su trágica muerte. No asistió a depositarle flores ni la homenajeó públicamente, hasta que tuvo que corregir este terrible y despreciable gesto ante la decepción de su pueblo, cosa que estuvo a punto de derribarla del trono. Esta Reina fue inteligente y bien asesorada enmendó el terrible desliz y salió a flote.

En cambio, lo que hemos visto en España cruza los límites de lo permisible. Si todos los partidos políticos han defendido un nuevo código ético que obligue a renunciar a su cargo a cualquier político inmerso en un proceso judicial, el mismo rasero debería de existir para todas las instituciones del Estado, incluída la Corona.

La Infanta Cristina hizo un flaco favor a su padre, el Rey Juan Carlos I cuando todavía era monarca y a su hermano que hoy reina en España como Felipe VI. Tenía dos opciones: divorciarse que hubiera sido la más rápida y fácil o renunciar a sus derechos sucesorios. No ha hecho ninguna de las dos cosas y ahora que el Rey Felipe VI la despoja de su título de Duquesa de Palma, argumenta que ya había renunciado ella a semejante honor. Patético para una Princesa de España. El inmenso daño y deterioro de esta institución ya está hecho y es difícilmente reparable. La sospecha de braguetazo que dio Urdangarín en su momento al casarse con una princesa, se ha confirmado y que este personaje es un patán también. La pena es que ella ha preferido su entrepierna al nombre de España y eso significa que es testaruda y narcisista y que aún así con los hechos más que probados ante el juez, niega la culpabilidad de su marido en los hechos. Yo incluso llegué a dudar que ella supiera los turbios negocios de su cónyuge, pero ahora no estoy tan seguro.

El anterior soberano debía de haber tenido el gesto que ha tenido el actual ya hace años y aunque fuera su hija, tenía que haber actuado a tiempo. Juan Carlos I con su renuncia totalmente inesperada hizo su último gran servicio a España, pero su sacrificio sería en balde, si el presente rey no ataja a tiempo este escándalo que amenaza las bases de la esencia de la Corona como institución limpia y dialogante.

Me temo que su terquedad y orgullo no le harán ver la conveniencia de su renuncia a sus derechos dinásticos al trono de España porque aunque ocurriera una catástrofe que se llevara por delante a los cinco sucesores anteriores a ella, la Infanta Cristina
nunca sería aceptada como Reina de España y menos si sigue casada como Iñaki. ¿Quién lo aceptaría hoy en día como Rey consorte?

La Reina Letizia lo ha tenido muy difícil para ser aceptada por no ser de familia patricia, pero se ha ganado a pulso su puesto cada día y hoy goza de una aceptación que no tiene su cuñada Cristina. Es la antítesis de la credibilidad: pasó de ser una mujer divorciada, periodista y posible trepadora a una Reina moderna, discreta y elegantísima.

La Infanta Cristina no ha quedado indemne a este escándalo y la prueba la tienen en las dos fotos que muestro arriba en las que se puede ver el cambio en su aspecto físico, de donde una cara de absoluta felicidad en la primera de ellas, pasa a una de absoluto estrés y amargura. A veces, hay que saber elegir en la vida cuando eres Familia Real ypor tanto prima inter pares y la elección es simple y al mismo tiempo clara: o España o tu matrimonio. Ella hasta ahora ha escogido equivocadamente la segunda opción. Esperemos que rectifique.