Panem et circenses (Pan y circo)

La Declaración universal de la UNESCO sobre la Diversidad cultural (París, 2001) la cual se planteó un Plan de Acción para restablecer la Declaración Universal, en su Artículo 1, nos enuncia: La diversidad cultural, es patrimonio común de la humanidad.

“La cultura adquiere formas diversas a través del tiempo y del espacio. Esta diversidad se manifiesta en la originalidad y la pluralidad de las identidades que caracterizan los grupos y las sociedades que componen la humanidad. Fuente de intercambios, de innovación y de creatividad, la diversidad cultural es, para el género humano, tan necesaria como la diversidad biológica para los organismos vivos. En este sentido, constituye el patrimonio común de la humanidad y debe ser reconocida y consolidada en beneficio de las generaciones presentes y futuras.”

Reivindicar, proteger y respetar nuestra diversidad cultural, significa acatar los Derechos Culturales, establecidos por la Declaración Universal de Derechos Humanos, de la Naciones Unidas, establecida en 1948.

No sólo hay que conseguir que la UNESCO declare nuestra Fiesta Mayor Patrimonio Cultural Material e Inmaterial de la Humanidad, sino proteger todo nuestro legado con la declaración de Bienes Culturales y darle así una protección jurídica en nuestro país. Y declarar un traje de Reina del Carnaval B.I.C. (Bien de Interés Cultural) no creo que sea una exageración, ya que impediría su expolio y derivaría en su conservación y en restricciones a sus traslados sin garantías. 

La política de Panem et circenses, típica de algunos emperadores romanos, es decir, dar pan (comidas gratis y cartones de leche antes de las Elecciones Municipales) y circo, es decir, fiestas (llámense Carnavales, Fiestas de Mayo, etc.,…) se tiene que acabar por parte del Ayuntamiento de Santa Cruz de Tenerife. Es hora de salvaguardar lo creado gratuitamente por el pueblo de Santa Cruz y la isla entera porque ya el Carnaval chicharrero no es patrimonio sólo de Santa Cruz, sino de Tenerife entero.  Hay que exigir la creación de un verdadero Museo del Carnaval ya, como hay en Valencia, un Museo Fallero (Museu Faller) en donde están todos los ninots indultados.

Como no sólo quiero aportar críticas, aporto también soluciones: las fantasías ganadoras desde 1965 son muy fáciles de recuperar: paguen clases magistrales a los diseñadores que las crearon porque están todos vivos y creen una Escuela del Carnaval como Dios manda, en la que estos diseñadores enseñen a gente nueva y por tanto sus alumnos, cómo crear esas fantasías de nuevo y cómo trabajar los distintos materiales con los que se confeccionaron esas maravillas. Darían trabajo el resto del año a muchos de ellos y además crearían una nueva camada de posibles diseñadores para el futuro que aprenderían con los maestros de entonces. Y además tienen que hacerlo rápido, porque salvo (María Isabel Coello, fallecida recientemente) están vivos (Luis Dávila, Justo Gutiérrez, Leo Martínez, Vicente Vargas José Julio Rguez. y Juan Fajardo, Juan Carlos Armas, Miguel Castilla, Marco y María, Expedita Hernández, Manolo Chinea, Santi Castro, Daniel Pages, Jorge González, Sedomir de la Sierra y alguno más que olvido involuntariamente) estarían encantados de reproducir sus propias fantasías y transmitir sus conocimientos a futuras generaciones. ¿En dónde dar esas clases magistrales? En el Parque Viera y Clavijo, sitio infrautilizado por la corporación. ¿Qué no se lo creen? Sin ir muy lejos, Leo Martínez reprodujo un traje inolvidable como “Tajaraste” que defendió la insuperable Mónica Raquel Estévez Martín en 1987 para una Gala del Carnaval de hace sólo unos años y hoy está expuesto en La Casa del Carnaval. ¡Nómbrenme coordinador de los mismos y en un mes arrancamos con las clase magistrales!

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