Europa del Este ha cambiado mucho desde la caída del Muro de Berlín en 1989 y por ende del Telón de acero.
Su transformación del mundo comunista al mundo capitalista no ha sido del todo feliz en muchos casos. Aún perviven esos bloques proletarios de viviendas comunistas alredededor del centro que afean cualquier ciudad del Este europeo por bonito que sea su parte histórica. Tanto Belgrado, Sofia, Tirana, Skopje, Praga o Varsovia tienen una periferia fea y depauperada que va remozándose a ritmo muy lento. Pero el colmo de los bloques y esta vez de rascacielos es Moscú. Lo que en otros países de la antigua órbita soviética eran edificios de 12 o 15 pisos, en la periferia de Moscú llegan a 40 pisos o más e impresiona a primera vista.
Si tuviera que destacar las ciudades más bellas del Este europeo no dudaría en señalar: San Petersburgo, Praga, Budapest y Moscú, ya que impresionan a cualquier visitante.
Pero también hay ciudades y rincones menos conocidos que se merecen una visita obligada como los Monasterios de Rila y el de Serguéi, ambos a 70 kms. respectivamente de Sofia (Bulgaria) y Moscú (Rusia).
Hablar del concepto Este de Europa es intentar encontrar un común denominador en todos estos países y la mayoría se cumple: su pasado soviético y hablar una lengua eslava (no siempre).
Muchos de los tópicos que tenemos sobre ellos, se desvanecen cuando conoces a sus habitantes, que en muchos casos pueden ser más pobres que los turistas que los los visitan, pero también en muchos otros casos, más cultos: políglotas, la mayoría con carreras universitarias, pero trabajando de taxistas o conductores de buses y bastante generosos y amigos de sus amigos.
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