Colombia

A priori visitar Colombia lleva a uno a equívocos: ni es tan peligrosa ni es tan tranquila. Lo que sí está claro es que visitamos un país diferente de diferentes acentos y paisajes.

El narcotráfico y las guerrilas han hecho mucho daño a este lindo país, lleno de posibilidades turísticas de primer orden.

Los aeropuertos de Colombia son por estas razones de control del narcotráfico y de la guerrila, zonas especialmente lentas y de retrasos.

Si empezamos el viaje por Bogotá, descubriremos que la capital colombiana es una ciudad en medio de una gran planicie y con cerros muy altos desde donde se la puede contemplar en toda su hermosura. El cerro Monserrate es de visita obligada tanto de día como de noche porque sus vistas cambian completamente. No olvide llevar una chaqueta porque por la altura uno no calcula que el viento puede ser frío en cualquier época del año.

La zona histórica de La Candelaria es otro lugar de obligada visita en Bogotá. Recuerda a la época colonial y es un paseo por el paseo glorioso de la capital, aunque hay zonas que no están muy bien rehabilitadas. Sólo por el Museo del Oro vale la pena la visita a la zona. Además podemos combinarlo con varios museos cercanos entre los que destaca el de Botero.

Una excursión que no deben perderse es la de la Catedral de la Sal en las afueras de Bogotá, en Zipaquirá. Los mineros devotos de esta zona construyeron una catedral en las minas de sal de dimensiones espectaculares y excavadas en paredes de sal. Parece que viajamos a otro planeta. Los colores y las colosales medidas de todo hacen que la visita se vuelva muy interesante, a pesar de discurrir bajo tierra.

Bogotá es una bella ciudad que combina tradición con modernos rascacielos y centros comerciales y rincones coloniales con gentes educadas y tranquilas a la que siempre apetece volver.

Cartagena de Indias, ciudad legendaria a orillas del Mar Caribe está hecha de otra pasta. El ritmo pausadísimo del Caribe invita a relajarse y a perderse por la ciudad vieja caminando entre callejuelas y apartándose de vez en cuando al acercarse un coche de caballos. Hay un contraste enorme entre la ciudadela y la nueva Cartagena de Indias, crecida a extramuros en donde los rascacielos son enormes, las playas muy extrechas y bulliciosas y en donde los vendedores de cualquier cosa te avasallan sin piedad.