Moscú, centro de otro universo cultural

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Saludos otra vez desde Moscú:

aprovechando estos días ajetreados de visitas, cenas y encuentros en Moscú, he llegado a la conclusión de que los rusos -al igual que me pasó cuando visité Japón- tienen un concepto del mundo completamente egocéntrico o mejor dicho rusocéntrico, al creer como nosotros los europeos que somos el centro del mundo.

A los rusos les importa bien poco lo que pensemos de ellos…Ellos simplemente siguen hablando de lo que han conseguido en este o aquel campo y de lo importante que es Pushkin en la literatura mundial, por ejemplo…

La verdad es que hay cosas que siguen impresionando como ver la Plaza Roja y el Kremlin, aunque la cercanía de mi hotel a ellos, la minimice porque los veo desde la ventana de mi habitación a diario, pero si es verdad que algunas cosas me siguen impactado a día de hoy.

Anteayer fui a ver un circo estatal ruso, más bien por obligación, ya que era una invitación personal, que por ganas, pues esperaba un aburrido y decandente espectáculo. Mayúscula fue mi sorpresa cuando me iba acercando a la dirección que me habían dado y ver que iba a haber lleno absoluto…Conforme iba entrando, me di cuanta que iba a ver algo diferente porque ya en los pasillos del edificio, había multitud de niños que se peleaban por realizarse una foto con un leopardo o coun un tigre blanco…Los niños rebosaban de alegría y ya esto me pareció algo premonitorio…Cuando por fin accedí al recinto, observé atónito que se trataba de un verdadero circo dentro de un teatro…

Atónito me quedé cuando empezó el espectáculo…En mi vida había visto algo de tal calidad y tanta fantasía…Ni un espectáculo en Las Vegas (EE.UU.) me ha impresionado tanto como lo que vi en este circo del que por cierto no sé ni su nombre…Los números circenses, la calidad de las vestimentas, los acróbatas, los payasos, los números con fieras…En mi vida había visto algo de calidad y cantidad semejante…Estaba viendo el circo que quería haber visto toda mi vida y en la lejana Rusia…

Aquí comprendí que tienen razón, cuando ellos piensan que son el centro del universo…En muchas cosas lo son y si a eso añadimos que al día siguiente fui a ver El Príncipe Igor en el Teatro Bolshoi con una partitura como todas de Boridin sombría, pero con una puesta en escena maravillosa, salvando las reseñas históricas de la ópera con una escenografía moderna y con unas voces impecables,….pues sólo puedo decir que no sólo el continente del teatro me impresionó, sino el contenido…y hoy me lo he tomado de relax para poder digerir bien lo que he disfrutado estas dos veladas inolvidables, llenas de cultura mayúscula con ejmplos sublimes: el circo nacional y el Teatro Bolshoi…

No me quedo otra que encerrarme en mi habitación y tomar champán, cava, caviar y algunas otras exquisiteces de la cocina rusa y recordar la velada única de Boridin y su Príncipe Igor

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