Un tranvía llamado «16»

A pesar de que el día de ayer, parecía un día anodino en Alemania, el destino volvió a sorprenderme de la manera más salvaje.

Había pasado una mala noche, pues a causa de un dolor agudo, había tomado un medicamento con morfina bastante fuerte y aunque me había conseguido remitir el dolor, no pude apenas dormir.

No tenía el cuerpo para salir de casa, pero decidí que no podía seguir atontado por ese medicamento y ese dolor y que había que hacer algo. Así que me dispuse a ir a hacer algo de compras con pocas ganas, pero con gran determinación. Salí de mi casa con mi adorable Boris, un chihuahua negro que tiene un carácter sumamente afable y vi que el semáforo que me permitía cruzar a la parada del tranvía que está justo en frente de mi casa, estaba en verde. Ni corto ni perezoso, crucé la calle y vi que hacia mí en sentido contrario, venía una joven con un cochecito de niño y que iba a cruzar las vías del tren también. No me percaté que el tranvía 16 que venía desde Bonn se dirigía en esos momentos a pasar por delante de mis narices y el conductor del mismo hizo sonar el claxon para que me diera cuenta. Mi susto fue grande porque al retroceder, el perro que iba en su bolsa, cayó a la vía del tren y yo me agaché inmediatamente al cogerlo porque ya estaba debajo del tranvía. El 16 me dio un golpe en la pierna y en la cabeza que me dejó aún más atontado, pero pude ver que mi perro salía ileso y saltaba hacia donde yo estaba y al mismo tiempo del susto, cruzaba la calle despavorido. Mis Ángeles de la Guarda y los suyos debían de estar muy alerta en ese momento porque el semáforo todavía estaba en verde y el pero pudo cruzar nuevamente la calle sin problema…Yo dejé todo lo que llevaba en el suelo y sólo acerté a decirle con la mano al conductor que ahbía frenado a lo bestia, que todo estaba bien y que me perdonara…Corrí con prudencia hacia mi perro para no asutarlo más y éste se refugio en el portal de mi casa de onde habíamos salido apenas dos minutos antes…Lo tomé y me dirigí nuevamente a la parada a recoger todas mis cosas que había quedado en el suelo desperdigadas…La gente que iba a cruzar suspiró aliviada porque cuando se había retirado el tranvía no me veían y habían pensado en lo peor…La señora con el niño se me acercó y me dijo: ¡gracias a Dios que está Vd. bien, había pensado que no lo contaba! ¡Vaya inmediatamente a un médico, tiene una hematoma grande en la frente!…Después volví a la parada a la inicialmente iba y tomé el 16 en la dirección contraria al atropello…Mientras iba dentro del tranvía, mi cuerpo empezó a relajarse y me tuve que sentar en Eberplatz a pensar lo que me hubiera pasado si llego a meter más la cabeza.

Un 8 de marzo de hace bastante años, había perdido un perro chihuahua también en esa misma parada, pero en el otro lado de la misma. Fue una escena terrible para mí porque había dejado mis perros (tenía dos chihuahuas gemelos) jugando en le jardín porque había recibido una llamada importante de mi jefa y cuando volví sólo había uno y el otro me lo encontré todavía caliente en los raíles de la parada. Tardé años en superar mi complejo de culpabilidad.

Para celebrar que estaba vivo y la vida continúa, me fui a cenar a un restaurante y sólo cuando volví a casa, me di cuenta que me dolía mucho la rodilla izquierda y que tenía varios hematomas en la misma. Tomé Arnica montana, un remedio homeopático muy eficaz y hoy he amanecido literalmente como si me hubiera arrolado un tranvía…Un tranvía llamado 16.

 

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